¿Qué cuerpos son legibles ante el ojo de una máquina? ¿Qué mundos permanecen imposibles dentro de la lógica binaria del software? 

Esta sección se arma desde la fractura, una grieta abierta en el tejido de la representación, donde les artistas reprograman las herramientas tecnológicas para cuestionar lo que se define como posible. 

Lejos de la espectacularidad técnica, aquí la creación con IA y VR se vuelve un gesto artesanal: trabajar cuadro por cuadro, entrenar bases de datos y programar afectos. Una práctica hecha de tiempo, intuición y sensibilidad. 

En Manifestación No Binaria, la inteligencia artificial no es un futuro neutral ni la promesa de eficiencia, es un campo de disputa simbólica. Cada imagen generada, cada cuerpo interpolado, cada universo simulado revela algo más profundo: cómo nos codifican, cómo nos clasifican, cómo imaginamos resistir.

Si el algoritmo clasifica para excluir, estas obras se fugan. Si la inteligencia artificial repite sesgos coloniales, patriarcales y racistas, estas piezas reescriben desde el margen. Este no es un catálogo de tendencias ni una celebración ciega de lo “nuevo”. Es un mapa de tensiones. Una curaduría que abraza la contradicción: entre el código y el deseo, entre el cálculo y el afecto, entre el cero y el uno. Aquí la manifestación no es binaria, es un temblor.